EL BOTÍN
Sonó el pitido de cada mañana, el de todas
las mañanas desde hace 30 años, y se agarró a los barrotes esperando
ansiosamente que se abrieran. Sólo le quedaba un día para salir de prisión.
Salió corriendo de su celda, recorrió el pasillo hacia la sala común como si le
fuera la vida en ello y cogió el Altoaragón de la pila de periódicos. Buscó la
información local rompiendo las páginas al pasarlas bruscamentey
cuando vio la noticia lanzó el diario contra la pared, casi acertándole a un
funcionario de prisiones. ¡Qué más daba un mes más o menos! Todo se había
acabado.
¿Cómo podía imaginarse aquella noche de
hace tres décadas, cuando se escondió en el parque con la bolsa de dinero que
acababa de robar de un banco del Coso Alto, que años más tarde iban a volver a
levantar el monumento de Las Pajaritas otra vez para reparar el mecanismo de la
fuente? ¿Quién hubiera sido capaz de predecir que el dichoso aparato volvería a
fallar justo ahora? ¿Cómo saber, mientras lo detenían después de haber
escondido el dinero bajo la fuente en obras, que había un mendigo durmiendo en
el cajero donde estampó el coche para entrar al banco? ¿30 años no eran
suficiente condena por matar a un hombre como para que, por un día, no pudiera
recoger al menos su botín?
Salió al patio y pensó en qué haría ahora
que iba a ser libre y pobre el resto de su vida…
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